Las máquinas de obra pública y minería, se convierte en una inversión para las empresas que deciden actualizar su parque de maquinaria y como un bien de trabajo, pierde su valor en el transcurso del tiempo y su utilización.
La pérdida del valor de las máquinas y su obsolescencia
La depreciación de las máquinas se calcula en base a los años de antigüedad, horas trabajadas, horas restantes hasta su obsolescencia.
Esta merma de los activos de trabajo dentro de una empresa se llama depreciación, y algunas de las causas de esta depreciación son:
1) Depreciación funcional, la máquina pierde su valor tal y como se va deteriorando por el propio trabajo que realiza, incluso por el paso del tiempo, que deteriora los componentes de la máquina. Esta depreciación es física y por tanto es controlable con un buen mantenimiento y reparación de la máquina, alargando su vida útil y aumentando el valor de la misma, pero no se llega a eliminar.
2) Depreciación por antigüedad: este tipo de depreciación surge cuando incluso siendo nueva la máquina, queda obsoleta frente a otras, por factores como:
- Tecnológicamente obsoletas: aparecen nuevas máquina mucho más completas y modernas que cumplen las mismas funciones, pero con mayor eficiencia y por tanto, generando costes mucho más bajos, mayor seguridad en la conducción y buen manejo. Si de este modo la empresa ahorra en costes, supone un hecho mucho más rentable el tener el parque de maquinaria actualizado y en perfectas condiciones.
- Por cambio en el tipo de función: hay máquinas que se compraron para realizar un tipo de actividad y por causas diversas, se deben readaptar para hacer trabajos diferentes a los iniciales por los que se compró la máquina.
- Variación en la demanda de trabajo: son máquinas que se compraron para soportar un volumen de trabajo y que ahora no son rentables en su actual nivel.
- Cambio en factores de la productividad: frente a cambios en el precio del combustible, mano de obra, etc., puede llegar a ser más rentable cambiar el tipo de máquina.
3) Depreciación por fin de obra o accidente: en ciertos sectores, sobre todo el minero, una vez se ve finalizado el trabajo de la máquina porque no hay material para extraer, estas sufren una depreciación en su valor, puesto que se debe amortizar la máquina a la finalización del trabajo. Por otro lado, puede haber un accidente o siniestro repentino que haga perder de forma inminente el valor de dicha máquina.
El valor de un equipo cambia por culpa de muchos factores, tanto internos como externos a la propia máquina, y por tanto afecta a su revalorización para posteriores ventas. Un ciclo como el actual puede ser un buen momento para el incremento de ventas de maquinaria de segunda mano o de un aumento en las reparaciones y, por supuesto, es el momento de poner especial atención al mantenimiento de tu máquina.
La depreciación de una máquina se calcula en base a los años de antigüedad, horas trabajadas, horas restantes hasta su obsolescencia, tipo de trabajo que ha realizado e incluso tipo de reparaciones, mantenimientos recibidos, etc.
Un buen mantenimiento de nuestro equipo de trabajo, nos proporcionará seguridad, confort en el trabajo y sobre todo la posibilidad de alargar la vida útil de nuestra máquina de una forma segura.
El valor residual o de desecho es aquel que le queda a la máquina una vez se agota su vida útil o programada. Cuando la máquina está obsoleta, el valor de desecho es el de su chatarra. Puede alcanzar el 10-20% del valor de adquisición. No obstante, no se aconseja excluir de la amortización este valor residual, pues es posible que pueda ayudar a suplir el sobrecoste de las novedades incorporadas a la nueva máquina. Si aun así se considera el valor de desecho, se ajustará éste de forma descendente para anular el efecto de la inflación.
Fuente: Interempresas